La desertificación es la degradación de
la tierra en las zonas áridas, semiáridas y subhúmedas secas. Está causada
fundamentalmente por la actividad humana y las variaciones climáticas.
Este proceso no hace referencia al avance de los desiertos
existentes. La desertificación se debe a la vulnerabilidad de los ecosistemas
de zonas secas, que cubren un tercio de la superficie del planeta, a
sobrexplotación y el uso inadecuado de la tierra. La pobreza, la inestabilidad
política, la deforestación, el sobrepastoreo y malas prácticas de riego afectan
negativamente a la productividad del suelo.
Los efectos de la desertificación los sufren directamente unos
250 millones de personas, mientras que unos 1000 millones se encuentran en
zonas de riesgo repartidas en más de cien países. Entre ellos se encuentran las
personas más pobres, marginadas y sin representación política.
Cada 17 de junio celebramos el Día Mundial para Combatir la
Desertificación y la Sequía con el fin de concienciar acerca de las iniciativas
internacionales para combatir estos fenómenos. Esta fecha nos brinda una
oportunidad única para recordar que se puede neutralizar la degradación de las
tierras mediante la búsqueda de soluciones, con una firme participación de la
comunidad y cooperación a todos los niveles.
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